domingo, 29 de abril de 2018

Carme Riera, entre letras


Podría retratarla como la recuerdo, cuando me daba clases en la universidad de Bellaterra y no leíamos sus libros porque todavía no había publicado ninguno...el primero lo publicó en 1974 o 1975, o sea que estamos hablando de la prehistoria. Era jovencísima, mucho más joven de lo que son hoy su hija María o su protagonista, Elena; menuda, ágil, con los ojos grandes y la mirada ancha que podría ser triste o tímida pero nunca esquiva, con las ideas claras y una seriedad y un rigor que nunca fueron incompatibles con la ironía y el humor, ese humor “que nos salva de todo”.
Podría retratarla con letras. Con esa ene minúscula que es ene de niña, de nieta, de novela o de sillón de academia. O con la letra i que es la inicial de imaginación y de investigación, ingredientes importantes en sus libros. El retrato también podría empezar con una e, primera letra de educación pero también de excrecencia, que es una palabra fea . O con la letra ele, con la que empiezan lengua, literatura, libro, lector y lectura.  O con pe, que es la inicial de la palabra palabra, que a su vez nos devuelve al inicio del alfabeto porque, como ella suele decir, “la palabra es acción”.
He apuntado algunas de las palabras que ha repetido en esta conversación y entre ellas está precisamente literatura, lector y libro, pero también otras que empiezan con ce: criterio, crítica, cancamusa, cautela, conciencia, culpa, creación... Y con a de amistad. Y de autor.  Y con te de teatro, “que es lo único que no se piratea”, dice. Y con uve de venganza y de verosimilitud.
He apuntado también algunas frases como ésta: “Un escritor tiene que escribir con cautela, porque los lectores son mas listos que el”. O ésta: “Somos unos inadaptados, algunos más que otros”.
Se llama Carme Riera, piensa que “las lenguas son como cristales que te permiten ver el mundo”, se acuesta con sus personajes, pelea por los derechos de los creadores, le gustan los retos y -eso lo sabemos desde hoy- escucha este programa. O sea, que no solo es una persona con muchísimos talentos sino también con exquisito gusto. 


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 29.04.2018. Audio de entrevista y retrato: http://rtve.es/a/4586359 ]

Sanchís Sinisterra, en la aldea gala de Lavapiés


Es un joven de 77 años, camino de los 78, con ideas jóvenes y con voz joven, como han podido advertir ustedes que además habrán advertido su vocabulario, su sintaxis, su dicción, su cadencia perfecta. Qué bien habla, ¡pero qué bien habla este señor!
Leí en una biografía de agencia que es “de naturaleza inquieto” y esta conversación nos lo ha confirmado A los diez años escribía novelas de ovnis, hombres prehistóricos y piratas... Lleva sesenta ya en “esta absurda profesión, trabajando con fantasmas, con sombras”, moviéndose “en el mundo de la imaginación pero con el cuerpo, con otros, compartiendo”, ha dicho, subrayando el verbo compartir.
Sigue estudiando, permanentemente, porque “los genios no necesitan estudiar, pero los mortales tenemos que estudiar para no anquilosarnos”. “Por muchos años que lleves en el trabajo no puedes vivir de rentas -dice-. Las rentas, en el terreno artístico, son mortales”. “Hay tantas cosas por investigar, por cambiar, por mover y le queda a uno tan poco tiempo que hay que aprovecharlo....” 
Oyéndolo hablar de los problemas actuales, de esa “realidad que no es lo mismo que la actualidad” y de su trabajo, me parece que es una fuerza de la naturaleza a la que nunca conseguirán parar ni las dos hijas ni los cardiólogos. Es “un optimista patológico” pero es también un resistente nato, que lucha en un desierto cultural con las armas del conocimiento y la creación. Es Astérix, parándole los pies a los romanos desde la aldea gala de Lavapiés.
Es uno de los autores mas representados y mas premiados del teatro español contemporáneo; sus obras llevan muchas décadas en escena, pero uno quisiera verlo también en el Congreso, en el Senado, en la Real Academia, qué se yo. Necesitamos mas gente como él. Está en la Historia, pero  ademas está donde quiere estar: en el teatro. Por muchos años.


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 21.04.28. Audio de entrevista y retrato: http://rtve.es/a/4585468 ]

domingo, 22 de abril de 2018

Paolo Angeli, Mediterráneo destilado


Aunque nosotros no creemos que esté loco, como creían sus paisanos cuando veían lo que quería hacer con un instrumento tradicional, como artista y como persona parece inclasificable. Desde luego, es imposible despacharlo con una sola etiqueta porque Paolo Angeli es muchas cosas a la vez y todas las ejerce con intensidad: es sardo, es músico, es cocinero (nos lo ha recordado en el último instante); es navegante, como recuerda siempre con sus camisetas de rayas horizontales de marinero ruso (quince tiene iguales); es investigador, que comparte con entusiasmo los resultados de sus investigaciones ,y es un viajero constante al que, como nos ha dicho, le “encanta perder las rutas”.
Si pones su nombre en internet lo encontrarás en páginas de jazz, de pop, de músicas del mundo o de vanguardia. Si escuchas su música verás que es del siglo XXI pero antes ha pasado por otros muchos siglos y, desde luego, por muchas tierras y muchas aguas. La música de Paolo Angeli es mediterráneo destilado pero cuando atraviesa el Atlántico le habla de tú jazz y cuando pasea por Centroeuropa dialoga con los clásicos con naturalidad y cuando se sube a un escenario compite con soltura con las músicas comerciales y el público sale encantado quizá porque, como nos ha dicho, “la parte visual es como una llave para entrar en una música muy compleja”.
Esa musica suya es la prueba de que los mejores caminos para llegar lejos son aquellos por los que ya han andado otros, que el conocimiento se construye sobre el conocimiento y el arte se crea sobre el arte; en su caso sobre un arte y unos conocimientos de los que tuvo primera noticia en su propia casa. A partir de ahí no ha hecho otra cosa que trabajar para seguir aprendiendo y descubriendo, sin olvidar nunca a los maestros ni a quienes él mismo llama “los grandes”.
Habla mucho, habla bien, y repite palabras como viaje, emoción, música. De su disco dice que  “es un directo imperfecto” y que tiene “la humanidad del directo”. Esa sensación de humanidad en directo es la que hemos tenido escuchándolo.  


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 21.04.18. Audio de entrevista y retrato  http://www.rtve.es/a/4576420/ ]

sábado, 21 de abril de 2018

Javier Fesser, Luminoso



Los primeros trazos del retrato me los da hechos una persona que no es de las que van por la vida regalando elogios, Arturo Pérez Reverte; ayer vio Campeones y lo ha contado en un tuit:
“Disfruté mucho en una sala llena que al final aplaudió con entusiasmo. Es atrevida, sin complejos, tierna y muy divertida”.
La Infanta Elena, a la que no es habitual oír hablar de asuntos mundanos, definió la peli con una palabra: “fabulosa”.  
Lo que vale para la película vale para su director que es atrevido, sin complejos, tierno, divertido y también fabuloso, en las dos acepciones del termino, la que tiene que ver con la fantasía y la que tiene que ver con “lo extraordinario” que es lo ordinario en quien de pequeño estudiaba en una escalera o se metía en un seiscientos con otros diez miembros de la familia.
Viste pantalón corto, camiseta y zapatillas deportivas, pero no es por moda: es porque lo hemos sacado de la pista de pádel. Viéndole las canillas, ya que las trae a la vista, se advierte que el deporte no es para él una actividad ocasional. Barba y pelo gris, gafas azules, ojos verdes, manos grandes con las que todo el rato está haciendo ejercicio, a lo largo de la conversación he apuntado algunas conceptos que maneja: Emoción. Honestidad. Novedad. Equipo. Riesgo. Persona. Abrazo. Y otros que son evidentes: Sensibilidad, curiosidad, ternura, humanidad. He apuntado también alguna frase. “La vida te va poniendo cosas delante”. “La normalidad es aburrida” “El Ego es una discapacidad brutal que los protagonistas de campeones no tienen en absoluto”.
No he visto todavía Campeones, pero recordando otras películas suyas, como Camino o el Milagro de P. Tinto a los adjetivos que ya le hemos puesto, añadiría otro: luminoso. Si Javier Fesser es capaz de hacernos reír y llorar, es porque con su trabajo, que Aberasturi ha calificado de “importante”, ilumina los recovecos mas insospechados de nuestra existencia y de nuestra convivencia. Se agradece.

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE donde nos presenta su película #Campeones. 15.04.2018. Audio de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4566710/ 



domingo, 15 de abril de 2018

Cristina García Rodero, Cabeza y corazón


Aunque la frontera del arte sea “muy débil” y esté “hecha de pequeños detalles”, escuchando a Cristina García Rodero o asomándose a su obra queda claro que una cosa es la fotografía y otra es hacer clic con un móvil, por muchos píxeles que tenga.
Todos podemos hacer “fotos estupendas”, como ella dice muy amablemente, pero el suyo es un arte hecho de conocimiento y sentimiento o, por usar sus propias palabras, “de cabeza y corazón”. Desde hace “cuarenta y muchos años” ejerce el oficio de mirar, intuir, observar, distinguir y -en eso se parece al periodismo- separar el grano de la paja, lo trascendente de lo trivial, lo vital de lo pasajero. En sus fotos está la Historia con mayúsculas contada mediante historias con minúsculas, “con el mayor respeto y el mayor cariño hacia personas con quienes la vida ha sido muy injusta”.
No seré yo quien se atreva a retratarla a ella en dos mil caracteres con espacios. Solo decir que lleva pantalón oscuro y holgado, blusa clara, igualmente holgada, gafas de montura muy ligera y un reloj (pequeñito, de pulsera plateada, nada deportivo) en la muñeca izquierda. A primera vista podría parecer locutora de radio, conservadora del museo del Prado, maestra, qué se yo; pero no, no es una mujer que intimide con su presencia ni parece sacada de una peli de Indiana Jones ni tiene la tópica pinta de aventurera que uno podría suponer en quien cuenta con su cámara la realidad escondida en los rincones más remotos y en los más dolorosos del planeta.
Afable, bondadosa, sonriente, tímida confesa, es una prueba andante de que “la fuerza está en la cabeza” y en la capacidad de “ser exigente con uno mismo”. Quienes la conocen dicen que además de ser muy trabajadora es muy generosa (Gorka Zumeta acaba de decírmelo ahora mismo, en un guasap). Ella dice de sí misma que es “de lágrima fácil” y que de Antonio López aprendió “la honestidad” y la necesidad de “sentir lo que estás haciendo”. En su diccionario, el sustantivo honestidad y el verbo sentir conviven con palabras como libertad, sonrisa, felicidad o amor. “Yo fotografío con amor”, nos dice. Nosotros, que somos directos beneficiarios de ese amor, se lo agradecemos.

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE.

Museo Del Prado, 14 de abril de 2018. Podcast entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4565790/

viernes, 13 de abril de 2018

Raúl Rodríguez, Tres en uno



Al principio era el hijo de Martirio, lo que para muchos de nosotros es un titulo de grandeza, pero ahora también hay quien dice que Martirio es la madre de Raúl. Son ya veinticinco años haciendo música, investigando y creando, o, como él diría, “dando vueltas al potaje”. Es la prueba sonante de que no hay buen árbol sin buenas raíces, en plural, porque entre esas raíces está el arte “sin etiquetas” de Martirio, pero también el de Silvio, el de Kiko o el de los hermanos Amador; están el flamenco, el rock andaluz e incluso “la contracultura del Andévalo”, pero también las músicas africanas, las americanas, las de ida y vuelta y las que él va encontrando en sus muchas idas y venidas. Su obra es la confluencia natural de músicas sin fronteras, que un día sonarán desnudas y otros con la chispa eléctrica de un instrumento tradicional, el tres, al que él ha dado dimensiones cósmicas.
Se llama Raúl Rodriguez, es ciudadano del mundo y del Betis, ve la musica “como un valor de uso, no como un valor de cambio” y dice que “es el territorio donde todos somos libres”. Viste con abrigados tonos negros y grises pero rompe el compás, o lo completa, con una gruesa bufanda de colores que a media distancia parecen peruanos. Había pensado en rematar este retrato con unas soleares, por aquello de las raíces, pero escuchándolo y escuchando sus canciones, decidí improvisar una décima, una estrofa que nació en España, y hoy es mas americana que española, pero... acabo de darme cuenta de que me han salido once versos, o sea, que me he metido “en un puchero”, en “un potaje tremendo” y siguiendo su estela he inventado un género; la décima de once versos.

Bético intercultural
Afro-flamenco, cubano
Andaluz, americano
Eléctrico y radical
Perdido sentimental
Amigo de sus amigos
Y curioso empedernido
Raúl es como lo ves:
Va buscando la verdad
Con la rara trinidad
De ser uno con un tres

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 31.03.2018. Audio de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4555283/ ]


domingo, 8 de abril de 2018

José Carlos Plaza, Maestro


Pelo blanco, ojos claros, mirada viva y casi siempre sonriente, para ahorrar trabajo al retratista viste todo de negro: camiseta, camisa jersey, cazadora, pantalón y zapatos. Lleva una hora sentado, incluida la sección de latín que escuchó muy atento y, ya han oido, “como ciudadano español” nos agradece. Que esté sentado es noticia; tiene fama de no estar nunca está quieto, de andar siempre de acá para allá, desplegando y repartiendo energía. Mientras habla hace apacibles  movimientos con las manos, sin despegar los codos de la mesa.
En su diccionario se repiten palabras como libertad, cultura o justicia, expresiones como “ser humano”, y verbos como hablar, escuchar, emocionar o mirar, aunque sea en el metro, que usa habitualmente. Otra palabra común en su vocabulario es música. “Yo vengo del mundo de la opera”, ya han oído. Lo han llamado audaz e incluso radical (una palabra que viene de raíz y a algunos les suena mal y a otros nos suena muy bien) pero la palabra que mas veces le dedican es maestro. Convencido de que el conocimiento es imprescindible para la libertad, siempre ha transmitido los que han estado en su mano y ha mostrado su agradecimiento -hoy a vuelto a hacerlo-  a quienes le transmitieron los suyos, como Willian Layton.
Como piensa que “ser actor es lo mas importante del mundo” se  pasa la vida enseñando a jóvenes actores, que no es fácil ni puede hacerlo cualquiera porque “el teatro conlleva una técnica dificilísima”. Ciudadano ejerciente, que por la primera huelga de actores llegó a conocer la temible DGS del franquismo, se queja de “ese nuevo dictador que es el dinero” y denuncia que “estamos en un momento malo para la libertad de expresión y pensamiento”.
Dice de sí mismo que es “un viejo que tiene todavía eso que se llamaba vocación”. La ejerce desde que  sus padres le regalaron un teatro, hace casi tres cuartos de siglo. Y lo que le queda, porque... “mientras los jóvenes actores me sigan mirando con respeto y cariño, de aquí no me mueven ni con agua caliente”.

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 31.03.2018. Audio de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4546533/ ]


domingo, 1 de abril de 2018

Franco Fagioli, Cantar es volar


El retrato no lo he hecho solo. He preguntado a especialistas como Fernando Palacios y Antonio Moral, el director del CNDM, que lo han visto más de una vez en escena y me han dicho cosas como éstas:
Es muuuuuy bueno; su virtuosismo es extraordinario, su técnica vocal apabullante, excepcional, haciendo fácil lo que es ciertamente difícil; tiene una voz sedosa y extensa que abarca casi tres octavas y domina toda la coloratura, con unas agilidades muy limpias que abarcan la estratosfera, son pura pirotecnia; así como el paso al registro de pecho con unos graves sonoros y cavernosos, más propios de una voz de contralto que de un contra-tenor al uso Pero lo que mas impresiona de este singular cantante, precisa Moral, es “el uso de la mezza vocce, en arias que requieren de un gran lirismo y expresividad...”
Dicho eso, solo queda decir que es moreno, de ojos grandes y expresivos y tiene justo el pelo que necesita, por la parte de la barba. Viste camisa blanca, pantalón gris, chaqueta negra y zapatos también negros, de diseño moderno. Habla con dulzura pero acompaña las palabras con movimientos constantes no ya de las manos, que son manos de pianista, sino de todo el cuerpo, dando incluso un pequeño salto en el asiento cuando dice que “!Gracias a dios!” para tener una voz como la suya ya no hace falta castrar a nadie.
Se llama Franco Fagioli Cosío. El Fagioli le viene de Italia, de donde llego a los cerros tucumanos un padre con aficiones musicales; el Cosío le viene de Cantabria, de donde llegó también a La Argentina la afición materna por la canción lírica. Nació en San Miguel Tucumán, reside en Madrid y ha grabado el video promocional de su CD a la sombra de una encina milenaria y catalana. Piensa que “si hablar es caminar, cantar es volar”, afronta con naturalidad su oficio (“En la vida unos cantan, otros son periodistas”) y ¿como cuida la voz? “Como todo el mundo: si hace frío, te abrigas”.
Es uno de los artistas que han contribuido a que el barroco esté de moda, con gente de todas las edades llenando los auditorios cada vez que se anuncia un concierto o una opera de este género. Aunque, como nos ha dicho, “las maneras de cantar y de escuchar cambian con el tiempo”,  seguro que esta moda, que disfrutamos desde hace unos cuantos siglos, va a durar unos cuantos siglos mas. Gracias, por la parte que le toca.


[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE. 31.03.2018. Audio de entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4545740/ ]