domingo, 15 de abril de 2018

Cristina García Rodero, Cabeza y corazón


Aunque la frontera del arte sea “muy débil” y esté “hecha de pequeños detalles”, escuchando a Cristina García Rodero o asomándose a su obra queda claro que una cosa es la fotografía y otra es hacer clic con un móvil, por muchos píxeles que tenga.
Todos podemos hacer “fotos estupendas”, como ella dice muy amablemente, pero el suyo es un arte hecho de conocimiento y sentimiento o, por usar sus propias palabras, “de cabeza y corazón”. Desde hace “cuarenta y muchos años” ejerce el oficio de mirar, intuir, observar, distinguir y -en eso se parece al periodismo- separar el grano de la paja, lo trascendente de lo trivial, lo vital de lo pasajero. En sus fotos está la Historia con mayúsculas contada mediante historias con minúsculas, “con el mayor respeto y el mayor cariño hacia personas con quienes la vida ha sido muy injusta”.
No seré yo quien se atreva a retratarla a ella en dos mil caracteres con espacios. Solo decir que lleva pantalón oscuro y holgado, blusa clara, igualmente holgada, gafas de montura muy ligera y un reloj (pequeñito, de pulsera plateada, nada deportivo) en la muñeca izquierda. A primera vista podría parecer locutora de radio, conservadora del museo del Prado, maestra, qué se yo; pero no, no es una mujer que intimide con su presencia ni parece sacada de una peli de Indiana Jones ni tiene la tópica pinta de aventurera que uno podría suponer en quien cuenta con su cámara la realidad escondida en los rincones más remotos y en los más dolorosos del planeta.
Afable, bondadosa, sonriente, tímida confesa, es una prueba andante de que “la fuerza está en la cabeza” y en la capacidad de “ser exigente con uno mismo”. Quienes la conocen dicen que además de ser muy trabajadora es muy generosa (Gorka Zumeta acaba de decírmelo ahora mismo, en un guasap). Ella dice de sí misma que es “de lágrima fácil” y que de Antonio López aprendió “la honestidad” y la necesidad de “sentir lo que estás haciendo”. En su diccionario, el sustantivo honestidad y el verbo sentir conviven con palabras como libertad, sonrisa, felicidad o amor. “Yo fotografío con amor”, nos dice. Nosotros, que somos directos beneficiarios de ese amor, se lo agradecemos.

[Retrato en directo, en el programa No es un día cualquiera de RNE.

Museo Del Prado, 14 de abril de 2018. Podcast entrevista y retrato: http://www.rtve.es/a/4565790/

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